Por: Oscar Fernando Cardona
Suarez - Abogado.
Los comportamientos de los
ciudadanos deben ser regulados por la propia sociedad, para que exista un
verdadero orden en nuestras comunidades, lo ideal sería que, desde los hogares,
los establecimientos educativos y todos los espacios posibles, se hiciera una
labor constante de pedagogía, formando a nuestros niños y jóvenes en la
conciencia sobre los comportamientos adecuados en sociedad.
Existe una percepción equivocada
entre muchos ciudadanos: creemos que las únicas conductas prohibidas son las
contempladas en el Código Penal. No obstante, el ordenamiento jurídico
establece otras normas que regulan nuestra vida cotidiana, como el Código
Nacional de Seguridad y Convivencia Ciudadana, donde se describen
comportamientos que, aunque no constituyen delitos, sí afectan la tranquilidad
pública y merecen sanciones. En estos casos, en lugar de imponer penas
privativas de la libertad, se aplican medidas correctivas, como su nombre lo
indica, para corregir un comportamiento de un ciudadano y siendo la multa una
de las más comunes.
Lo que el Estado busca con las
medidas correctivas, establecidas en el Código Nacional de Seguridad y
Convivencia, es generar conciencia ciudadana y promover una cultura de
prevención, en la cual los individuos sean más responsables de sus actos y
comprendan la importancia de convivir de manera pacífica y respetuosa dentro de
la sociedad.
Un ejemplo claro de esto es
cuando la ciudadanía dispone de manera irregular de los residuos sólidos,
eligiendo horarios y lugares inapropiados para su disposición. Si los
ciudadanos fueran conscientes del daño que esta conducta provoca, seguramente
evitarían realizarla. Sin embargo, el Estado, buscando crear conciencia, lleva
a cabo dos actividades clave:
Campañas de sensibilización:
Estas campañas buscan informar y educar a la población sobre los perjuicios de
la disposición incorrecta de los residuos.
La imposición de medidas
correctivas, como las multas: Esta medida tiene dos connotaciones importantes.
Por un lado, busca crear conciencia al ciudadano, tocando su bolsillo; por
otro, tiene un efecto social, mostrando que ciertos comportamientos no son aceptables
y, al mismo tiempo, enseñando a la ciudadanía a través de la experiencia de
otros.
Es momento de pensar en cómo
estamos actuando en sociedad. Nuestro comportamiento diario tiene un impacto
directo en la convivencia con los demás, y muchas veces nos olvidamos de los
valores fundamentales que nos permiten vivir en armonía. Debemos ser más
conscientes de lo que significa respetar y tolerar a los demás, especialmente
cuando se trata de situaciones que, aunque puedan parecer mínimas, pueden
generar conflictos innecesarios.
Vivir bien en sociedad no es solo
un deseo, sino una responsabilidad compartida. Para lograrlo, es fundamental
que cada uno de nosotros ajuste su comportamiento a principios de respeto y
tolerancia, porque al final, el bienestar común depende de cómo nos tratemos
entre todos.
Reflexionar sobre cómo actuamos, ser más conscientes de los efectos de nuestras acciones, y estar dispuestos a escuchar y comprender al otro son pasos esenciales para crear una comunidad más unida y respetuosa.