Por: José D. Pacheco
Martínez
En agosto de 2024,
María Fernanda Cabal se proclamó candidata presidencial del Centro Democrático
para las elecciones de 2026. Lo hizo desde las escalinatas del Capitolio
Nacional, portando una camiseta con el escudo de Colombia y una gorra con
camuflado militar, símbolos que definen su estilo político. "Seré la
candidata de mi partido y lo haré con todo orgullo representando a millones que
claman orden y libertad", declaró entonces, marcando el inicio formal de
una carrera que muchos anticipaban.
El ascenso de Cabal en
la política colombiana ha sido meteórico. En 2014, cuando el expresidente
Álvaro Uribe le ofreció encabezar la lista a la Cámara de Representantes por
Bogotá (puesto que primero había ofrecido a su esposo, el ganadero José Félix
Lafaurie), nadie daba un peso por su candidatura. Era una completa desconocida
para la opinión pública.
Sin embargo, contra
todo pronóstico, su lista fue la más votada. Cuatro años después, en 2018, dio
el salto al Senado con 38 mil votos. Para 2022, su capital político se había
quintuplicado: obtuvo más de 207 mil votos, convirtiéndose en la mujer más votada
al Senado de la República. Este crecimiento exponencial no es casual ni
fortuito; responde a una estrategia política calculada que ha sabido
capitalizar el descontento de ciertos sectores y convertirlo en respaldo
electoral.
¿Qué explica este
fenómeno? En primer lugar, Cabal ha construido una identidad política definida
y reconocible. A diferencia de otros políticos que modulan su discurso según
las circunstancias, ella ha optado por la confrontación directa y sin matices.
Su estilo bronco y provocador genera titulares constantes: desde negar el
cambio climático hasta afirmar que las humanidades crean "fanáticos con
ideas estúpidas", pasando por su célebre mensaje cuando falleció Gabriel
García Márquez, a quien mandó "al infierno" por su amistad con Fidel
Castro.
Este discurso sin
filtros, que muchos considerarían suicida en términos políticos, ha resultado
extraordinariamente efectivo en un contexto donde la autenticidad (o su
apariencia) se valora por encima de la corrección política. Como ella misma
reconoce: "La filosofía de la senadora es que la vida es demasiado corta
para tomársela tan en serio, por eso las críticas le dan igual".
El segundo factor que
explica su ascenso es el momento político que vive Colombia. Con una
desaprobación del presidente Gustavo Petro que alcanzaba el 64% según encuestas
de finales de 2023, Cabal ha sabido posicionarse como la antítesis del gobierno
actual. "Hoy la campaña se va a dividir entre petrismo y antipetrismo. Ya
no hay antiuribismo, eso se desvaneció", declaró recientemente. Esta
transición del antiuribismo al antipetrismo ha revitalizado al Centro
Democrático, partido que parecía debilitado tras el gobierno de Iván Duque.
"El Centro
Democrático ya no es un partido dejado de lado como en 2022, sino uno que
vuelve a ser relevante, al punto en que los aspirantes buscan su aval",
afirma Cabal, consciente de que su partido recupera protagonismo en la
oposición. Un tercer elemento que no puede ignorarse es su condición de mujer
en un escenario político tradicionalmente dominado por hombres.
Cabal ha logrado lo
que pocas mujeres en la política colombiana: apropiarse de un discurso
tradicionalmente masculino (autoridad, mano dura, defensa de las fuerzas
armadas) sin suavizarlo para adaptarse a expectativas de género. Su matrimonio
con José Félix Lafaurie, presidente de la Federación Colombiana de Ganaderos,
podría haberla relegado al papel secundario de "esposa de", pero ha
conseguido forjar una identidad política propia tan definida que hoy es
considerada por muchos como la heredera natural del uribismo. No es casual que
ella misma pronostique que "2026 será una batalla entre mujeres",
anticipando un escenario donde las candidatas femeninas tendrán protagonismo.
El camino hacia 2026
no está exento de obstáculos. Dentro de su propio partido, deberá superar el
proceso de selección que en 2022 favoreció a Óscar Iván Zuluaga, dejándola
fuera de la contienda presidencial. En el espectro más amplio de la oposición,
deberá posicionarse frente a figuras como Germán Vargas Lleras, quien ya ha
hecho llamados a la unidad. Cabal ha sido clara respecto a estos desafíos:
"No podemos anticiparnos porque eso tiene un costo muy alto en una opinión
pública hipersensible. Tarde o temprano, nos encontraremos con otros sectores,
pero no es momento de matrimonios tempranos".
El fenómeno Cabal
representa algo más que el ascenso de una política controversial. Es el síntoma
de un país polarizado donde los discursos moderados pierden terreno frente a
posiciones más radicales y definidas. En un escenario donde, según sus propias palabras,
"no habrá cabida para el centro", su crecimiento electoral refleja la
búsqueda de certezas en tiempos de incertidumbre. Si este fenómeno será
suficiente para llevarla a la presidencia en 2026 es algo que solo el tiempo
dirá, pero lo cierto es que María Fernanda Cabal ya no es una desconocida en la
política colombiana. Es una fuerza que no puede
ignorarse