Por: Juan Camilo Betancourt Grajales - Abogado.
El pasado 5 de abril, el pequeño municipio de Génova, en el Quindío, fue el escenario de un acto que, bajo la fachada de la entrega de maquinaria e insumos para los productores agrícolas, dejó al descubierto las tensiones y movimientos políticos que empiezan a configurarse en la región de cara a las elecciones de 2026. Lo que podría parecer una simple jornada de apoyo al agro se convirtió, en realidad, en un microcosmos de lo que será la próxima contienda electoral.
La presencia de actores clave como el gobernador Juan Miguel Galvis y la representante liberal Sandra Bibiana Aristizábal Saleg fue lo más destacado de la jornada. Galvis, acompañado de la parlamentaria Piedad Correal Rubiano, no solo subrayó su relación con la dirigencia local, sino que reafirmó su alineación con la estructura nacional del Partido Liberal, lo que se traduce en movimientos concretos como la llegada del asesor de la Gobernación, Jorge Zapata, a la lista liberal para la Cámara de Representantes. Este acuerdo refleja la urgencia de los partidos por garantizar espacios dentro del próximo Congreso, mientras se definen los liderazgos regionales.
Por otro lado, la intervención de Aristizábal fue igualmente reveladora. Con una asistencia masiva de seguidores que lucían camisetas con su nombre, la representante no solo presentó la entrega de recursos como un logro personal, sino que también dejó en claro su capacidad para articular intereses nacionales con las necesidades locales. Esta visibilidad, sin duda, fortalece su posición en el Quindío, territorio que bien podría reafirmar su relevancia política en las urnas de 2026.
A medida que las alianzas comienzan a tomar forma, se vislumbran también otros actores relevantes. La lista de Cambio Radical, con figuras como Jhon Édgar Pérez Rojas, Juan Pablo Perez y Atilano Giraldo, marca un punto de equilibrio en el espectro político quindiano. Estos precandidatos dan cuenta de un partido que, a pesar de sus diferencias internas, busca consolidar un liderazgo que lo represente a nivel local y nacional.
Sin embargo, más allá de las contiendas individuales, lo que está en juego es la capacidad de construir acuerdos sólidos y responsables que beneficien a la región de la mano de una postura contundente, coherente y congruente con las realidades y retos nacionales.
Sin duda alguna, el Quindío no puede permitirse caer en las trampas de las disputas mezquinas, sino que debe mirar hacia un futuro en el que la política se traduzca en desarrollo real para sus habitantes.
En un contexto donde los actores políticos empiezan a posicionarse y las alianzas se perfilan, lo cierto es que la política regional está lejos de ser un proceso lineal. Los próximos meses definirán si los liderazgos en formación sabrán anteponer el bienestar de los quindianos por encima de las ambiciones personales. Así, el verdadero reto será lograr que la política, más allá de las apariencias, logre ser un reflejo genuino de las necesidades del pueblo.