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CARTA ABIERTA A UNA SOCIEDAD CANSADA DE POLÍTICOS

 




                                                  


Por: Juan Diego Sierra Rave – Enlace departamental de juventud


¿Qué rol tienen los “ídolos” de nadie? ¿Qué papel troyano asumen los “culpables” de todo? ¿Somos acaso los antagonistas de la democracia? ¿Creen ustedes que somos seres amorfos que merecemos el agravio? Pretendo responder estas preguntas y ofrecerles una mirada distinta. Quisiera que estas líneas fueran leídas con apertura y comprensión, y que, de ahora en adelante, piensen que nosotros —porque de una u otra forma me incluyo— no somos solo los de los discursos rimbombantes y las promesas vacías.


Siempre me he cuestionado sobre este rol: sobre la manera en que la sociedad nos percibe, sobre cómo se nos imagina como corruptos por defecto, como oportunistas por naturaleza, como si el simple hecho de participar en lo público nos despojara de toda ética. Los prejuicios distorsionan nuestra causa, y las críticas sin contexto nos condenan sin juicio, cuando nuestra vocación —o al menos la mía— apunta justamente hacia lo contrario.


La política que yo sueño ejercer, la que propongo y en la que creo, se basa en la justicia social, la escucha activa, la participación ciudadana, la transparencia, la pedagogía, la construcción del bien común (Por esto, es que para algunos, suelo ser un poco aburrido jajaja) . Claro que hay errores, y por supuesto que existen quienes han traicionado la esencia de lo político. Pero también estamos quienes trabajamos con el alma. En los barrios, en los territorios, con y por la gente.


todos sabemos que la función de un político es representar, gestionar y transformar realidades. Eso es evidente. Pero además, somos —o deberíamos ser— defensores de lo público, puentes entre el Estado ( ese leviatán del que hablaba Hobbes) y la ciudadanía; somos mediadores del conflicto social, pedagogos de derechos, voceros de quienes han sido históricamente silenciados. Por eso afirmo que nuestra verdadera misión es educar: en ciudadanía, en participación crítica, en memoria colectiva. (¡Imagínese usted!, por eso algunos todavía nos dicen líderes). Nuestra contribución al fortalecimiento de la democracia es inmensa. Y sin embargo, esta labor casi siempre es invisibilizada, estigmatizada, subvalorada… pero eso sí, ampliamente cuestionada.


No puedo negarles que el entorno político me preocupa profundamente. Es fácil encontrar representantes llenos de apatía, que generan desconfianza total; es doloroso ver comunidades agotadas de ser tratadas como cifras o como votos. Esto me lleva a preguntarme: ¿en qué rincón inhóspito se extravió la esperanza que aún no regresa? ¿en qué recoveco quedó escondido el amor por lo público?


Es precisamente por eso que somos nosotros —usted y yo— los llamados a reconstruir, a dignificar, a repensar la política. A cambiarla desde adentro. Somos los convocados a implementar un nuevo “PACTO”: Participar, Actuar, Confiar, Transformar y Organizar. Porque la política también es una forma de amar; es una herramienta transformadora, una energía vital capaz de cambiarle la vida a cualquier ser humano.


Querida sociedad: ¡LOS QUE CREEMOS EN LA POLÍTICA NO SOMOS POLÍTICOS DE PACOTILLA!


Con compromiso: el profe, el vecino, el ser político






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