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La crisis del gobierno de Gustavo Petro en Colombia: ¿Un punto de quiebre?





El gobierno de Gustavo Petro atraviesa una de sus crisis más profundas desde su llegada al poder en 2022. A medida que se acerca la recta final de su mandato, el presidente enfrenta un escenario político complejo: la pérdida de aliados estratégicos, un gabinete fragmentado, la falta de resultados en sus reformas bandera y una creciente desaprobación popular.


El desgaste del discurso progresista y el pragmatismo político


Petro llegó a la Casa de Nariño con la promesa de una transformación estructural. Su discurso progresista y su idea de una "Colombia potencia mundial de la vida" generaron expectativas altas en sectores históricamente excluidos. Sin embargo, con el paso del tiempo, su gobierno ha tenido que enfrentar la dura realidad de la política colombiana: sin una coalición fuerte en el Congreso y con la oposición fortaleciéndose, su margen de maniobra se ha reducido drásticamente.


La reciente reconfiguración de su gabinete es un reflejo de este desgaste. El nombramiento de figuras cuestionadas y recicladas de la política tradicional, como Armando Benedetti en el Ministerio del Interior, ha dejado en evidencia la falta de cuadros técnicos comprometidos con su agenda inicial. La entrada de Benedetti, un personaje vinculado a escándalos de corrupción y filtraciones comprometedoras, indica que Petro está apostando más por la gobernabilidad inmediata que por la coherencia ideológica.


Además, la designación del general retirado Pedro Sánchez en el Ministerio de Defensa ha generado malestar tanto en sectores de izquierda como en las Fuerzas Militares. Su nombramiento rompe con una tradición de ministros civiles desde 1991 y parece una respuesta desesperada a la creciente inseguridad en el país, en medio de la fallida estrategia de "Paz Total".


El naufragio de las reformas y la falta de resultados


Uno de los puntos más críticos del gobierno Petro ha sido su incapacidad para materializar sus reformas clave:

Reforma a la salud: El Congreso ha frenado en varias ocasiones su propuesta de transformar el sistema de salud. La salida de Carolina Corcho del Ministerio de Salud evidenció la imposibilidad de imponer una reforma sin consensos claros.


Reforma laboral: Prometió mejorar las condiciones de los trabajadores, pero la falta de negociación con el sector empresarial y las divisiones internas del sindicalismo han estancado la iniciativa.


Reforma pensional: Aunque ha avanzado más que las anteriores, enfrenta resistencia en el sector financiero y en el Congreso.


Paz Total: La estrategia de negociar con grupos armados sin una hoja de ruta clara ha derivado en un aumento de la violencia. El ELN, las disidencias de las FARC y el Clan del Golfo han aprovechado la tregua para expandirse territorialmente.


A esto se suma el escándalo de los fondos de la Unidad Nacional de Gestión del Riesgo (UNGRD), donde se investiga la posible desviación de recursos en la compra de carrotanques para La Guajira. Este escándalo ha salpicado a altos funcionarios del gobierno y ha debilitado aún más su imagen.


Descontento popular y aislamiento político


Las encuestas reflejan un descontento creciente. La desaprobación del presidente ha superado el 60%, y su apoyo en sectores urbanos ha disminuido significativamente. Incluso en regiones donde tuvo un respaldo fuerte en 2022, como el suroccidente del país, ha perdido apoyo debido a la falta de inversión y la inseguridad.


El Partido Liberal, el Partido de la U y Cambio Radical, que en algún momento mostraron disposición de negociar con el gobierno, ahora han tomado distancia. Incluso el Partido Verde está dividido entre quienes aún respaldan a Petro y quienes critican su falta de gestión.


La oposición, liderada por figuras como María Fernanda Cabal, ha aprovechado esta crisis para posicionarse como alternativa de gobierno, denunciando la falta de planificación y el deterioro institucional.


Conclusión: ¿Fin de una era o reacomodo táctico?

Petro enfrenta un dilema: seguir intentando imponer su visión reformista a costa de mayores enfrentamientos políticos o moderar su discurso y buscar consensos pragmáticos para salvar lo que queda de su gobierno.


La actual crisis podría marcar el declive definitivo de su administración o ser un punto de inflexión para replantear su estrategia. Sin embargo, con un Congreso adverso, un gabinete fracturado y una oposición fortalecida, el panorama no parece favorable.


A menos que logre una recomposición política eficaz en los próximos meses, su legado podría resumirse en un gobierno de promesas incumplidas y oportunidades desperdiciadas.

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