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Docentes perdiendo el rumbo de la educación




 Por: Juan Miguel Giraldo - líder social - vicepresidente del Consejo de Juventudes Chinchiná.


A lo largo de los años, el ámbito educativo ha sido considerado uno de los espacios más seguros y formativos para los jóvenes, sin embargo, se han reportado un alarmante aumento de casos de supuesto acoso sexual por parte de docentes hacia sus estudiantes en Caldas, este fenómeno no solo pone en tela de juicio la integridad de los educadores, sino que también sacude los cimientos de la confianza que la sociedad otorga a una de las profesiones más nobles.


El acoso sexual es una violación grave de los derechos humanos que tiene consecuencias devastadoras para las víctimas, en el contexto escolar, donde la figura del docente debe ser sinónimo de guía y protección, la ruptura de esta imagen destruye la confianza y el bienestar emocional de los estudiantes. Aquellos que sufren estas situaciones no solo experimentan angustia y trauma, sino que también pueden enfrentar problemas académicos y de socialización, porque los rumores y las denuncias pueden crear un ambiente de desconfianza entre compañeros, docentes y directivos, fracturando así el tejido de la comunidad educativa.


Las razones detrás de este incremento de casos son múltiples y complejas, uno de los factores más preocupantes es la falta de formación ética y emocional en el cuerpo docente; muchos educadores, aunque altamente calificados en sus áreas de conocimiento, carecen de las herramientas necesarias para manejar adecuadamente su rol como figuras de autoridad y mentoría, esta falta de preparación puede llevar a que algunos docentes confundan la cercanía y el apoyo emocional con comportamientos inapropiados.


Asimismo, la cultura de silencio que rodea el acoso en muchas instituciones educativas juega un papel crucial, muchas veces, los estudiantes temen denunciar por miedo a represalias o porque creen que no serán escuchados o incluso por que se sienten como los culpables de los hechos, esta dinámica perpetúa un círculo vicioso donde el acoso se normaliza y las víctimas quedan aisladas, sin el apoyo necesario para enfrentar a sus agresores.


Además, se debe considerar el contexto social y cultural en el que se desenvuelven tanto docentes como estudiantes, en algunas regiones, incluidas áreas de Caldas, persisten estereotipos de género donde el poder y la dominación son vistos como características aceptables, esto se traduce en comportamientos que cruzan la línea entre la autoridad y el abuso, contribuyendo al aumento de casos de acoso sexual.


Es totalmente necesario que las instituciones educativas y el mismo Estado, implementen políticas claras y contundentes sobre el acoso sexual, estas políticas deben ser acompañadas de programas de formación dirigidos tanto a docentes como a estudiantes Por un lado, es esencial capacitar a los educadores en temas de respeto, consentimiento y manejo de conflictos, para que puedan identificar y prevenir situaciones de acoso antes de que ocurran y por otro lado, los estudiantes deben recibir educación sobre sus derechos y sobre cómo actuar en caso de ser víctimas de acoso, creando un ambiente donde la denuncia sea vista como un acto valiente y necesario; y no que terminaran siendo jugados por denunciar.


El creciente número de casos de supuesto acoso sexual de docentes hacia estudiantes en Caldas y Chinchiná sin ser una Excepción, gracias a denuncian que me han llegado personalmente, es un indicativo alarmante de que se ha perdido el rumbo en la educación y es esencial abordar esta problemática desde sus raíces, promoviendo cambios culturales y estructurales en las instituciones educativas, solo a través de una formación integral, políticas efectivas y la creación de un entorno seguro podemos garantizar que nuestros jóvenes se desarrollen en un espacio que fomente no solo el aprendizaje, sino también el respeto y la dignidad, la educación debe ser un pilar de la sociedad, pero solo puede cumplir este rol si se erradican las conductas abusivas y se reconstruye la confianza entre docentes y estudiantes.


Las víctimas, es su mayoría de casos, niñas, necesitan un acompañamiento y apoyo integral en todo el proceso, no es posible que las autoridades terminen haciendo sentir como si ellas, por denunciar, fueran las culpables y El mensaje para los estudiantes y las niñas que están viviendo o vivirán estos casos, es que en definitiva no esta bien, los docentes están para ser figuras de inspiración y de confianza; no de acoso e inseguridad.

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