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Concejales de redes y discursos de ocasión.



En la política local, la coherencia es un bien escaso. Un ejemplo claro es el concejal Gustavo Gómez Ríos, quien en redes sociales se proyecta como un opositor acérrimo de la administración municipal de Palestina, pero en el recinto del Concejo su actitud cambia drásticamente. Sus discursos encendidos en plataformas digitales contrastan con su postura dócil cuando se trata de votar proyectos clave.


Durante las recientes sesiones extraordinarias del Concejo de Palestina, se aprobaron por unanimidad los proyectos de adición de recursos del FONPET y los fondos para el funcionamiento de la Personería Municipal. Sin embargo, más allá del contenido de estos proyectos, lo que realmente llamó la atención fue la postura del concejal Gómez. Mientras en redes critica cada acción del gobierno local, en el Concejo levanta la mano en señal de aprobación, evidenciando una incongruencia difícil de justificar.


Este tipo de política de doble discurso no es nueva en Palestina; durante años, algunos cabildantes han esperado la “línea” de sus líderes políticos para definir su voto, sin mayor análisis ni autonomía, lo curioso es que ahora, quienes criticaban esas prácticas, parecen replicarlas con precisión. Queda claro que el Concejal vota positivo por miedo a sus compañeros, por temor al que dirán y para buscar quedar bien ante la comunidad. 


Pero lo más paradójico es su relación con los medios de comunicación. Gómez ha utilizado sus redes para descalificar a la prensa con términos como “medios de tercera” y cuestionamientos sobre su ética. Sin embargo, cuando la coyuntura le favorece, no duda en buscar cobertura y amplificación para sus críticas contra el alcalde Álvaro Andrés Osorio. Se presenta como un político rebelde, pero en la práctica, su actuación demuestra que su estrategia está más orientada a la visibilidad que a una verdadera labor de control político.


La pregunta es inevitable: ¿es el Honorable Concejal Gustavo Gómez un verdadero líder opositor o simplemente un político de ocasión, que ajusta su discurso según la conveniencia del momento? ¿Es un fiscalizador del gobierno o solo un protagonista de la política del espectáculo?


Los ciudadanos de Palestina merecen respuestas, pero más que eso, merecen representantes que defiendan con convicción sus posturas, no figuras que jueguen a la ambigüedad según sople el viento político. Al final, la coherencia es lo que distingue a los verdaderos líderes de los oportunistas.

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