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#Editorial La Responsabilidad de Hacer Política.

 

 


 

 

En un contexto marcado por  la inmediatez informativa, los líderes políticos enfrentan una responsabilidad aún mayor ante la ciudadanía. Sus palabras y acciones no solo reflejan sus creencias personales, sino que tienen el poder de influir directamente en la estabilidad social y política de sus territorios. Sin embargo, en muchos casos, el ejercicio político se ha transformado en un escenario de protagonismos innecesarios, donde la denuncia irresponsable suple un debate serio y fundamentado.

 

Un claro ejemplo de este fenómeno lo encontramos en Palestina Caldas, donde el concejal Gustavo Ríos Gomez, ha optado por una estrategia basada en el alarmismo y la controversia. En su afán por llamar la atención, Ríos se ha convertido en un generador de juicios apresurados, muchos de los cuales carecen de un conocimiento profundo de los hechos que denuncia.

 

Adscrito al Nuevo Liberalismo, Ríos Gómez  ha adoptado una práctica política que deja más dudas que certezas sobre su gestión. Este comportamiento lo aleja de la buena política que sus líderes y copartidarios promueven a nivel departamental.

 

No es necesario ser un experto en política para entender que las posturas del concejal responden a intereses particulares, alimentados por quienes hoy se oponen al gobierno local y quienes asesoran al Concejal. En su búsqueda por crear pánico y generar desestabilización, algunos actores políticos de Palestina, intentan revivir por medio del Concejal antiguos contratos y mantener sus intereses de largo plazo en el municipio. Es lamentable que Ríos se preste para estos juegos mediáticos, que a largo plazo solo perjudican a la comunidad que dice representar.

 

Lo más preocupante, sin embargo, es el oportunismo político de Ríos. Durante su campaña electoral, se alineó con el candidato del petrismo en Palestina, Armando Ruiz Posso, pero, una vez obtuvo su credencial de concejal, se despojó de quienes lo apoyaron en su camino hacia el cargo, priorizando su propio beneficio personal. En un giro aún más notorio, se mostró cercano al entonces alcalde, participando en actividades de entrega de regalos a la comunidad. En ese entonces, la administración municipal gozaba de su aprobación. Sin embargo, ahora, cuando sus opiniones parecen no ser escuchadas, ha cambiado radicalmente su discurso, dedicándose a generar pánico y confusión entre los palestinenses.

 

Si bien Gustavo Ríos es un joven con un futuro prometedor, su falta de una adecuada asesoría política lo ha llevado a generar más incertidumbre que soluciones. No se trata de descalificar el ejercicio de control político, esencial en cualquier democracia, sino de exigir que se realice con responsabilidad. La política no puede convertirse en un espectáculo mediático, donde el protagonismo y la generación de escándalos prevalecen sobre la búsqueda de soluciones reales para los problemas de la comunidad.

 

Un claro ejemplo de esta falta de seriedad son sus denuncias sobre amenazas de muerte, las cuales nunca fueron formalmente presentadas ante las autoridades competentes. Este tipo de actitudes no solo carecen de transparencia, sino que generan desconfianza y manipulan la opinión pública en beneficio de intereses personales. Su discurso camaleónico y su afán por generar polémica le han restado credibilidad, convirtiéndolo en un político que juega más para su propia imagen que para el bienestar de los palestinenses.

 

 

Es imperativo que los políticos locales recuerden que su labor va más allá de los discursos en redes sociales. La comunidad necesita acciones concretas, liderazgo fundamentado en argumentos sólidos y, sobre todo, un compromiso real con el desarrollo del municipio. Si Gustavo Ríos quiere convertirse en un verdadero representante del pueblo, debe abandonar el alarmismo y enfocarse en construir soluciones sustentadas en el rigor y la seriedad que exige su cargo.

 

La política no es solo opinar, es saber gobernar con responsabilidad.


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