Por: José Octavio Cardona León - Representante a la Cámara.
Cuando habíamos creído
que el gobierno nacional no tenía ninguna posibilidad de sorprendernos más, y
que después del “impasse” con Trump, habíamos llegado al límite del asombro, alguien
del interior de la casa de Nariño, tuvo la maravillosa idea de proponer que el
país tuviera acceso, por vía de transmisión nacional en cadena, al Consejo de
Ministros que de manera habitual es dirigido por el presidente de la república,
lo cual no tendría nada de raro, sino fuera porque la puesta en escena tuvo
todos los ingredientes para convertirse en un desastroso espectáculo donde los
asistentes se olvidaron en muchos momentos de sus intervenciones que el asunto
era transmitido en vivo y en directo y además omitieron que el señor presidente
puede ser amigo personal, pero no ha perdido la condición de jefe y director
del gobierno.
La pésima puesta en
escena vivida durante cinco horas, y las conclusiones generalizadas, permiten
que se propongan algunos consejos para los consejos (de ministros).
1. ¿DE QUÉ SE TRATAN LOS CONSEJOS DE MINISTROS?: Se trata de un encuentro que debe ser liderado por el presidente de la república, y en su ausencia por el ministro que corresponda según el orden de precedencia fijado por la ley. El propósito según la ley 63 de 1923 es resolver asuntos que por constitución o código fiscal y otras leyes les están atribuidos de manera específica, es decir que tienen una función de carácter consultivo.
l Lo que se vio en el consejo de ministros, dista muchísimo de lo preceptuado por la norma y más bien se convirtió en un consultorio sicológico donde los asistentes aprovecharon la presencia del jefe para desahogarse y para oponerse a que los sentaran en el mismo pupitre con ese compañero con el que nadie quiere dialogar o compartir.
2.
MAL TRABAJO EL QUE HACEN LAS
FOCAS FLETADAS: No hay que ser detractor y mucho menos enemigo del gobierno
para señalar que esa reunión salió bastante mal, pues dejó en evidencia que el
gobierno está demasiado fracturado, exageradamente dividido, lo cual hace que
los procesos no tengan mayores posibilidades de articulación entre las
distintas dependencias que conforman el ejecutivo, lo que fue confirmado por el
propio presidente cuando a eso de la 10 de la noche advirtió que le quedaba
claro que el gobierno se dividía entre Beneditistas y anti Beneditistas.
Igualmente
hay que señalar que las palabras del Ministro de Defensa ratifican la división
interna cuando afirmó “las fuerzas militares no han entrado al Plateado –
Cauca, porque no ha habido una decisión articulada del gobierno para hacerlo”,
es decir que el gobierno no resuelve el orden público sencillamente porque no
son capaces de ponerse de acuerdo.
Lo más
grave del asunto es que los yerros protuberantes del modelo administrativo,
lejos de ser un asunto que está llamado a ser corregido, fue epicentro de
aplausos, vivas y aprobaciones por algunos admiradores del gobierno que, al
aplaudir como focas, convocan a sus admirados gobernantes a que sigan haciendo
lo que debe ser revisado y corregido.
3.
EL PRESIDENTE ES EL
PRESIDENTE: Una cosa es que el presidente sea amable y condescendiente con su
equipo de gobierno y otra cosa bien distinta es que los subordinados olviden
quién es el jefe.
La
postura del Ministro de Educación al hacer un llamado de atención a su jefe
“presidente présteme un poquito de atención”, no parece la adecuada.
La
observación de Augusto Rodríguez, director de la UNP al presidente “no acepto
que se compare a Benedetti con Jaime Bateman”, no parece correcta en ese
espacio.
La ministra
del Medio Ambiente “No me puedo sentar en esta mesa de gabinete, de nuestro
proyecto progresista con Armando Benedetti”, significa que la ministra define a
quien convoca el presidente y a quien no puede o debe convocar.
La
propia vicepresidenta, Francia Márquez le dijo al presidente que sus amigos le
dicen que estaban mejor antes que llegara al gobierno, lo cual debe exponerse
de manera más discreta.
Gustavo
Bolívar planteó que las decisiones del presidente con Laura Sarabia y Armando
Benedetti no eran las adecuadas, pues según él, deberían estar en otros puestos
menos importantes. Lo cual deja entrever que el presidente omitió consultar con
sus copartidarios las decisiones de gobierno que le son absolutamente suyas y
solo suyas.
4.
LOS CONSEJOS DE MINISTROS, POR
SU NATURALEZA, DEBEN Y TIENEN QUE SER PRIVADOS Y CON AGENDA PUBLICA: La ley 63
de 1923, que por demás está vigente, dispone que los consejos de ministros como
cuerpo consultivo “son absolutamente reservadas, y no podrá revelarse ni el
nombre del ministro a cuyo estudio haya pasado cada asunto materia de
consulta”.
Lo
anterior nos lleva a varias reflexiones. La primera es, si con la publicidad
del consejo de ministros se respetó lo consignado en el art. 9 de la ley 63, al
disponerse que las sesiones son reservadas, y la respuesta evidente es que no
se respetó.
La
segunda pregunta es, si la sesión fue un consejo de ministros propiamente
dicho, y la respuesta es que no fue un consejo de ministros, pues a ningún
ministro se le pidió el estudio de algún asunto que fuera objeto o materia de
consulta.
La
tercera es, que ningún ministro solicitó dictamen u opinión del consejo de
ministros, pues la reunión no pasó de reclamos cruzados que no demandaban
opinión o dictamen, solo exigían la defensa de las ideas propias y el
señalamiento constante del compañero incómodo que allí se encontraba.
Finalmente
hay que recordar que el consejo de ministros lo componen el presidente de la república
y los ministros de despacho, y en este “consejo de ministros”, había muchos
participantes que no son ministros.
Para terminar, habrá
que decir que el propósito pudo ser todo lo noble que quiera, pero el resultado
no pudo ser peor, pues la sensación generalizada es que estamos en la mitad de
una profunda crisis al interior del gobierno.
Creo que faltaron
muchos consejos antes de este consejo (de ministros).