Por: Felipe Jaramillo Sánchez – Concejal
Nos enfrentamos a un considerable retraso en la adopción de herramientas tecnológicas que podrían potenciar tanto nuestro conocimiento como nuestra economía. Un ejemplo reciente de esto ocurrió durante la realización de los Juegos Nacionales, donde Chinchiná fue una de las sedes. A pesar de la afluencia de visitantes, varios comerciantes locales expresaron su descontento, pues muchos optaron por consumir en Manizales, específicamente en el sector Milán, o en zonas gastronómicas de Santa Rosa, aun cuando esto implicaba el costo adicional del peaje.
Este
fenómeno despertó mi interés por comprender mejor la situación. En la
actualidad, gran parte de la población está inmersa en redes sociales como
Facebook e Instagram. Estas plataformas se han convertido en espacios clave
donde los usuarios realizan búsquedas y descubren productos y servicios, muchas
veces de manera orgánica, gracias al posicionamiento de marcas, comentarios de
otros usuarios o el tan valorado engagement. En otros casos, las búsquedas y la
visibilidad de los negocios dependen de las estrategias de pauta publicitaria,
que mediante la segmentación precisa de la audiencia (basada en factores como
edad, intereses y capacidad económica) logran captar la atención de posibles
clientes.
Un
aspecto fascinante de este proceso es la forma en que, después de realizar una
búsqueda en línea, comenzamos a recibir publicidad relacionada en cuestión de
minutos, horas o días. Este fenómeno, que algunos describen como "las
redes sociales me leen la mente", es en realidad una estrategia impulsada
por la inteligencia artificial, a través de una herramienta conocida como
pixel. Los gestores de publicidad digital utilizan esta tecnología para
influir, de manera casi imperceptible, en las decisiones de consumo. Aunque
algunos lo consideran una invasión de la privacidad, este tipo de estrategias
es indispensable para que los negocios actuales logren aumentar sus ventas,
posicionar sus marcas y alcanzar reconocimiento en un entorno digital altamente
competitivo.
Sin
embargo, en Chinchiná parece que estas estrategias no han sido adoptadas de
forma generalizada. Las nuevas tendencias tecnológicas han demostrado ser
esenciales para obtener buenos resultados en el comercio, y es fundamental que
los actores locales comprendan su relevancia. Si las entidades públicas y
privadas encargadas de impulsar el comercio no promueven políticas y programas
que ayuden a los comerciantes a implementar estas nuevas herramientas de
ventas, será difícil avanzar en la dinamización de la economía local, el
comercio e incluso el turismo.
Además,
es crucial que los programas de educación complementaria se adapten a las
realidades de los comerciantes y trabajadores locales, ofreciéndoles acceso a
conocimientos que se ajusten a sus horarios y necesidades. El futuro del
comercio en Chinchiná y en municipios similares depende en gran medida de su
capacidad para adaptarse a estas nuevas dinámicas. Solo mediante una mayor
presencia en redes sociales, estrategias de pauta publicitaria eficaces y una
formación continua, podremos asegurar que, en futuros eventos locales,
regionales o nacionales, las inversiones se traduzcan en beneficios concretos
para nuestro territorio.