Por: Juan Camilo Betancourt Grajales - Abogado*
Si bien es cierto, en los últimos años, Colombia ha sido testigo de un aumento alarmante en la polarización política, fenómeno que profundiza las divisiones entre diferentes sectores de la sociedad, en donde, no solo se amenaza la cohesión social; sino que, también se compromete la salud de nuestra democracia.
La
polarización política se manifiesta con un discurso más radicalizado que impone
una doble visión del escenario político: “estás con nosotros o estás en contra”
(Castañeda, 2019). Esta lógica excluyente crea un ambiente que agudiza las
tensiones y desvía la atención de las necesidades más dicientes que a diario
emergen en toda sociedad evolutiva y cambiante.
Asimismo,
las redes sociales, aunque han democratizado el acceso a la información,
también se han convertido en territorios propensos a la desinformación y la
manipulación, en donde el impacto de las noticias falsas, sin duda alguna, ha
contribuido a incrementar las divisiones y el miedo, desdibujando la capacidad
de un buen dialogo, de tal manera que, la verdad toma forma de un recurso
manoseado por quienes buscan capitalizar la polarización en beneficio propio,
sin pensar en la UNIDAD genuina que persigue nuestra Constitución Política.
No
obstante, el peligro de la polarización también se refleja en la participación
ciudadana, en el entendido que, en lugar de fomentar un debate constructivo,
los ciudadanos se ven atrapados en un ciclo de desconfianza y rechazo hacia el
“otro”. Por lo que, este fenómeno aleja a la gente de los espacios de diálogo y
colaboración, donde se pueden plantear soluciones a los problemas que afectan
sin distinción ideológica.
En
igual sentido, no podemos olvidar que históricamente, las divisiones
ideológicas han sido un foco de conflicto en Colombia, y hoy en día esto sigue
siendo un riesgo inminente para los valores más nobles que debe vestir
cualquier idea, alrededor del liderazgo político. Mas aun, en un país que aún
carga con cicatrices del conflicto armado.
La
polarización política representa un riesgo significativo para Colombia. Es
imperativo que ciudadanos, líderes y agentes políticos trabajen juntos para
reducir las divisiones y reconstruir la confianza. Por lo que, solo
reflexionando sobre los riesgos de esta fragmentación y la responsabilidad que
tenemos todos como ciudadanos, de disminuir sus efectos, podremos avanzar hacia
un país más unido, en el que la diversidad de pensamiento sea un activo de
solución y no un obstáculo de desunión.