El actual gobierno
de Gustavo Petro, primer presidente de izquierda en la historia reciente de
Colombia ha sido objeto de intensos debates. Mientras sus fieles, sectarios y
partidarios defienden sus nefastas políticas progresistas como un cambio
necesario, los críticos sostenemos que su mandato no ha llevado al país por el
mejor camino. Basta realizar un análisis y revisión de indicadores económicos,
sociales y de gobernabilidad, lo que da la posibilidad de argumentar que
Colombia enfrenta múltiples desafíos bajo la administración de Petro.
Uno de los puntos más criticados del gobierno Petro, y a su vez el de mayor relevancia para cada uno de los colombianos ha sido la desaceleración económica. Según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), durante 2023 el crecimiento económico de Colombia se redujo al 1.5% en el segundo trimestre, una caída bastante significativa en comparación con los años anteriores, cuando el crecimiento alcanzó el 7.5% en 2022 en pleno gobierno del entonces presidente Iván Duque Márquez, en gran medida, impulsado por la recuperación post-pandemia y por gestiones técnicas y administrativas objetivas, con un equipo adecuado para enfrentar las crisis de su momento, equipo, del que hoy en día el presidente Petro carece, pues es bien sabido que los ocupantes de las actuales carteras carecen de toda capacidad técnica, administrativa y experiencia en lo publico para gestionar situaciones como las que hoy vive Colombia. Basta ver que, en un país con 19 carteras Ministeriales, trascurridos dos años del Gobierno de Gustavo Petro, se han nombrado un total de 39 ministros y 54 viceministros, esto, sin contar con las demás entidades publicas como Agencias, Departamentos Administrativos, Consejerías y demás. Esta rotación constante de ministros dificulta la implementación de procesos y genera un desgaste significativo para el sector privado, que se ve obligado a adaptarse continuamente a los cambios en la administración.
Un aspecto que agrava más la situación es la inflación, pues ha sido un problema persistente. Según el Banco de la República, la inflación interanual para 2023 ha oscilado entre el 11% y el 12%, muy por encima del objetivo del banco central, que es mantenerla en un rango del 3%. Esto ha erosionado el poder adquisitivo de los colombianos, especialmente de las clases bajas y medias. La canasta básica ha aumentado considerablemente, lo que ha generado malestar social y mayor desconfianza en las políticas económicas del gobierno.
Sumado a lo anterior, se debe advertir que las finanzas del país, fuera de las situaciones narradas, cada vez son más frágiles. Esto, sumado a la creación de nueva burocracia como lo es el Ministerio de la Igualdad, con un presupuesto de miles de millones de pesos, y donde han ejecutado menos del 2%, los innumerables gastos innecesarios de presidencia como viajes de la primera dama, celebraciones y andamiaje para innumerables marchas a favor de Petro que nada le aportan al país, viajes del primer mandatario que no arrojan gestiones positivas, y así, sumando cada mala decisión, el erarios se va esfumando sin ser aplicado a lo que realmente debe ser.
Ahora, el desempleo sigue siendo un factor importante. Aunque el gobierno ha prometido reformas que impulsen la creación de empleos de calidad, la tasa de desempleo en julio de 2024 fue un total nacional fue 9,9%, mientras que en julio de 2023 fue 9,6%. Por su parte, la tasa global de participación se ubicó en 64,2% y la tasa de ocupación en 57,8%, según datos del DANE, una de las más altas en América Latina. A pesar de que ha habido una leve mejoría en comparación con el pico de la pandemia, la informalidad laboral, que afecta al 56.5% de los trabajadores, sigue siendo un desafío estructural que el gobierno no ha logrado revertir. A esto, se debe sumar la reforma laboral impulsada por Gustavo Petro, que le era mas gravosa para el sistema productivo del país, lo que generaría desaceleración de la industria y de la contratación de personal. Sin contar, además, del cambio en el sistema pensional, que obligará a los colombianos a pensionarse con valores muy inferiores a los que se pensionaba con la Ley 100 de 1993 (La muy criticada, pero ahora, con esta nueva reforma, la más deseada), y mas aún dentro de un sector juvenil que, si antes no veía fácil pensionarse, con esta reforma laboral va a ser imposible o prácticamente un saludo a la bandera.
El impacto económico también se refleja en los niveles de pobreza. Según el DANE, la pobreza monetaria en Colombia alcanzó el 39.3% en 2022, con más de 19.6 millones de colombianos viviendo por debajo del umbral de pobreza. A pesar de las promesas de Petro de reducir estas cifras, los avances han sido limitados, especialmente en áreas rurales, donde la pobreza extrema es más aguda.
Un tema clave en la administración de un país es su Política fiscal, lo que puede o no agravar situaciones como las narradas anteriormente. Un tema importante dentro del mandato de Petro ha sido su ambiciosa reforma tributaria, con la cual busca recaudar 20 billones de pesos adicionales al año, centrada en aumentar los impuestos a las grandes fortunas y al sector extractivo. Sin embargo, esta reforma ha sido duramente criticada por el sector empresarial y algunos analistas, quienes sostienen que ha generado incertidumbre en la inversión, además, de un golpe certero para la clase media, la cual es donde se sitúa la gran fuerza laboral de Colombia. Según el Banco Mundial, la inversión extranjera directa (IED) cayó en un 25% en 2023, en gran parte debido a las políticas fiscales y económicas del gobierno, lo que ha afectado el crecimiento y la competitividad del país.
Los gobiernos de izquierda, como el del actual Gustavo Petro, satanizan el sector privado, sin darse cuenta de que es el “caballo” que hala la “carreta” donde se transporta la economía y el desarrollo de un país. Es el sector que todos debemos cuidar y preservar, sector donde se encuentra la mayor empleabilidad y rentabilidad par aun país, sin contar con las innumerables acciones sociales que este aporta.
¡En términos de seguridad, este Gobierno también SE RAJA! La política de "paz total" de Gustavo Petro ha sido uno de sus principales enfoques, pero a su vez el que menos ha avanzado, y sin miedo a equivocarme, una de las peores gestiones en los últimos 20 años. Aunque logró avances en negociación con el ELN y otros grupos armados, la situación de violencia no ha mejorado significativamente, contrario aún, se ha agravado. Según el Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz (INDEPAZ), entre enero y agosto de 2023, se registraron 68 masacres con un total de 228 víctimas, un incremento en comparación con el mismo periodo de 2022. Y es solo ver el reciente atentado por parte del ELN a una unidad militar, lo que deja ver claro que las intenciones de Paz de esta organización criminal, y la nefasta gestión para enfrentar los problemas en todo el territorio nacional, donde las disidencias de FARC se han fortalecido, los grupos criminales siguen haciendo y deshaciendo sin control alguno y donde las Fuerzas Militares y de Policía sucumben antes una administración que les ata las manos para actuar y donde sus capacidades cada vez se merman más.
El proceso de paz con las disidencias de las FARC también ha sido complejo, con frecuentes violaciones al cese al fuego y episodios de violencia que han afectado a las comunidades rurales. En este contexto, la "paz total" ha sido criticada como una política bien intencionada pero ineficaz, incapaz de frenar la ola de violencia que sigue afectando al país. Mal mensaje se le manda a los demás, cuando se quiere premier la criminalidad y satanizar las instituciones del orden y los ciudadanos que actuamos dentro de la legalidad.
Finalmente, el manejo de la corrupción ha sido otro aspecto polémico en la administración de Petro, y nulo en su lucha. Si bien durante su campaña prometió un combate frontal contra la corrupción, los resultados han sido mixtos. Un informe reciente de Transparencia por Colombia señala que la percepción de corrupción en el país ha aumentado, ubicando a Colombia en el puesto 92 de 180 países en el Índice de Percepción de Corrupción 2023. ¡Un puesto que para nada nos debe enorgullecer!
Por poner un ejemplo, el cado de la Unidad Nacional de Gestión del Riesgo con sus carrotanques, donde se vieron salpicados innumerables funcionarios del gobierno Petro, desde el ejecutivo hasta el legislativo. Acto de corrupción, que, para medir la magnitud, supero en dos veces al de centro poblados en el Ministerio TIC en su momento.
Además, el gobierno ha enfrentado dificultades para consolidar mayorías en el Congreso, lo que ha llevado a una serie de enfrentamientos políticos y tensiones con sectores que antes apoyaban su proyecto. Esto ha generado un ambiente de inestabilidad en la gobernabilidad del país, que ha afectado la implementación de varias de sus reformas claves y, destacar, la negativa del Congreso del Presupuesto General de la Nación para el año 2025, donde, por primera vez en la historia se le niega al ejecutivo el presupuesto presentado para el funcionamiento e inversión del año siguiente. Un hecho sin precedentes, y todo, por la nula gobernabilidad que tiene Petro, una nula relación con el Congreso y por vivir en un mundo muy distinto al que vivimos millones de colombianos.
En conclusión, el mandato de Gustavo Petro ha estado marcado por la implementación de políticas ambiciosas y una narrativa de cambio profundo. Sin embargo, los datos oficiales sugieren que el país enfrenta serios desafíos económicos, sociales y de seguridad que no han sido resueltos adecuadamente. La inflación, el desempleo, la pobreza, la inversión y la inseguridad han afectado el bienestar de millones de colombianos, mientras que las reformas fiscales y el proceso de paz han generado más preguntas que respuestas. Aunque es temprano para emitir un veredicto final, los resultados hasta ahora no indican un rumbo claro hacia la prosperidad y el desarrollo que el gobierno de Petro había prometido. Sumado a esto, la gobernabilidad del primer mandatario se ve mermada por sus pocas acciones, por sus nefastas reformas, por sus políticas insuficientes y por un discurso constante de victimización y de no afrontar los problemas que él y su propio gabinete han generado.