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PROMESAS ROTAS, DINERO PERDIDO: EL FRACASO DE LAS MIL VIVIENDAS DE LUIS CARLOS VELÁSQUEZ.


 Por Jonathan Marín Henao. Médico y Concejal de Chinchiná.

El proyecto Mil Viviendas, presentado como la "revolución de la vivienda" por la gobernación de Luis Carlos Velásquez en Caldas, prometía la construcción de 980 nuevas viviendas de interés prioritario para los caldenses, con un costo estimado de $83 mil millones de pesos.

Esta iniciativa se amparó en el derecho privado bajo la Ley 1537 de 2012, lo que implicaba que no estaba sujeta a los principios de contratación pública establecidos en la Ley 80. El modelo se estructuró a través de una fiducia con dos patrimonios autónomos derivados: el PAD1, destinado a municipios como Samaná, Pácora, Marquetalia, Salamina y Viterbo, con un total de 312 viviendas, y el PAD2, para municipios como Filadelfia, Marmato, Palestina, Chinchiná, Victoria, Aguadas, Neira, Riosucio, Belalcázar y Samaná, con un total de 668 viviendas.

El consorcio Desarrollo Viviendas Caldas fue el encargado de la construcción, el consorcio Interventoría Caldas 680 se encargó de la interventoría y el comité fiduciario de la Gobernación de Caldas supervisó el proyecto. La financiación del proyecto se estructuró de la siguiente manera: un 11.44% proveniente de los municipios, un 45.78% de la gobernación, un 2.17% del predio, un 6.29% de los beneficiarios y un 34.32% del subsidio Mi Casa Ya. Esto implicaba que se necesitaban subsidios por un 40.6% para lograr el 100% de financiación, lo que evidencia que el proyecto inició sin un cierre financiero.

A pesar de la inversión y las promesas, después de tres años de inicio del proyecto, los resultados han sido desastrosos para los caldenses. Ninguna casa ha sido entregada, las obras se encuentran abandonadas y están perdidos 12.5 mil millones de pesos entregados por concepto de anticipos al contratista. En el caso específico de Chinchiná, donde se contemplaba la construcción de 120 soluciones habitacionales, la ejecución del proyecto apenas alcanza el 5%, se encuentra en estado de abandono y con deudas a los trabajadores.

La falta de seguridad en la construcción ha generado preocupaciones en la comunidad, con excavaciones profundas sin medidas de protección adecuadas que ponen en riesgo de caídas a los niños y adultos mayores que transitan diariamente por el lugar. Además, se ha evidenciado una alta tasa de infestación de insectos, lo que aumenta el riesgo para la salud de los habitantes colindantes ante la propagación del dengue.

Hoy las entidades de control ya se han pronunciado. La contraloría informa 8 hallazgos administrativos, 5 disciplinarios y 1 fiscal por posibles sobrecostos. La procuraduría el pasado 24 de julio abrió investigación al interventor. ¿Para cuándo la investigación a Luis Carlos Velásquez y los demás responsables del programa Mil Viviendas?

En medio de este panorama, surge el interrogante sobre la responsabilidad de los implicados en el proyecto. Se cuestiona la elección del constructor y se demanda una investigación exhaustiva para determinar los responsables de este fracaso.

La pregunta fundamental es por qué a pesar de haber entregado al constructor un anticipo del 30% y haberse completado solo el 9% de la ejecución en obras en el departamento, se emitieron órdenes de pago por actas parciales adicionales. ¿Quién autorizó estos pagos cuando no se había justificado la inversión total del anticipo? Resulta curioso que coincidiera el pago de estas actas parciales con un aparente avance de obra, para luego, detenerse por completo.

¿Qué se hizo con el anticipo? ¿Cuál es la versión del exgobernador al respecto? ¿Y la del interventor, el supervisor y la secretaria de vivienda involucrados en el proyecto? Estos interrogantes son clave para esclarecer lo sucedido y determinar las responsabilidades pertinentes.

En conclusión, Chinchiná hoy tiene un lote abandonado lleno de "huecos" mortales, 1700 millones de pesos enredados y 120 familias engañadas con las que Luis Carlos Velásquez jugó prometiéndoles un sueño que nunca llegó: tener casa propia.

PD: El pasado 5 de agosto, se esperaba la presencia del secretario de vivienda del departamento en el concejo de Chinchiná. Sin embargo, días antes informó que no asistiría y enviaría un delegado en su lugar. Lamentablemente, el delegado de las Mil Viviendas no se presentó en la sesión, sino que envió a otro representante para hablar sobre el plan departamental de aguas, aparentemente pensando que pasaría desapercibido y que nadie se pronunciaría al respecto. Esta falta de consideración del señor secretario Jorge William Ruiz Ospina hacia los habitantes de Chinchiná es inaceptable e irrespetuosa. Los Chinchinenses merecen respeto. Estas acciones no serán olvidadas, y de seguro los votantes tendrán en cuenta estos desplantes en las próximas elecciones.

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