Una de las preguntas más frecuentes en las consultas y terapias que realizo, es: ¿qué limpieza me hago?, que riego o baño de plantas o hierbas me sirve para desbloquearme? ¿Para quitarme la sal? ¿La negatividad?
Los jabones elaborados con plantas y hierbas, con extractos y esencias son excelentes productos y alternativas. Al igual que los riegos y baños que se ofrecen en los comercios para tales fines y propósitos. Sin embargo, no actúan porque si, y no funcionan porque sí. Los ingredientes y componentes poseen características intrínsecas que garantizan el fin y el propósito de lo que se pretende alcanzar y lograr con dichos productos. A pesar de esto, se requiere de la intención, de la programación consciente y de la fe, más allá de los fanatismos, los dogmas y las creencias.
De acuerdo con mi propia experiencia en el tema, recomiendo siempre, productos hechos a mano con toda la normatividad y aprobación de las entidades encargadas de vigilar y garantizar, la idoneidad de sus componentes y su estándar de calidad en cuanto a la fabricación, empaque y distribución; lo digo, porque también, existen sin control alguno, muchos productos elaborados de manera “hechiza” es decir, sin conocimiento, calidad o de manera muy mediocre. No ofrecen, ni calidad, ni garantía, ni beneficio alguno a quien deposita la confianza y la fe en la efectividad de los mismos.
Una vez has adquirido el producto o elemento ritualístico de confianza, es necesario entender, que no solo hay que intencionarlo, sino que hay que cargarlo con la energía personal y la intención adecuada, que mezcla no solo el poner nuestra mentalidad y raciocinio en la mejor actitud positiva. También se requiere de emociones y sentimientos elevados y positivos para que todo en su conjunto, trabaje en el propósito requerido y deseado.
Una mentalidad y actitud positiva, es un cumulo de energía puesta a favor de la consecución y el logro de los objetivos más ambiciosos. Una actitud negativa en cambio, no solo no alcanza los objetivos, sino que además, los retrasa, los trunca o sencillamente provoca un resultado contrario al deseado.
No se ritualiza en estados de consciencia (mente + corazón), negativos, en estado de miedo, culpa, rabia, celos, orgullo, envidia, o desidia y mucho menos con mala intención o deseo. Hay personas inescrupulosas que alientan este tipo de prácticas y hasta las justifican. El tiempo es el juez implacable y al final termina colocando a cada quien en su lugar y desnudando su terquedad, necedad y estupidez.
El objetivo de cualquier elemento ritualístico es elevar nuestra energía, nuestra vibración y nuestra calidad y bienestar de vida. Todo ritual o ejercicio que persiga el mal propio o ajeno, es magia negra, hechicería malintencionada y brujería oscura.
La magia no tiene color, lo que se por experiencia propia, es que el color se lo pone el mago, y es el mago quien asume bajo conocimiento y responsabilidad las consecuencias de la magia que decide practicar.
No se dejen engañar, hay magos y hechiceros que te harán creer que hacer lo malo no trae consecuencias, que los amarres, entierros y ataduras no generan ninguna consecuencia negativa y hasta se creen inmunes o invulnerables. Toda mala intención dirigida a algo o alguien, acarrea consecuencias. A dichas consecuencias malintencionadas les llamamos Karma.
Todos poseemos un campo electromagnético, muchos le llaman aura y modernamente campo de información o toroide frecuencial. Ese campo está compuesto principalmente por la energía proyectada desde nuestra mente y corazón. Pero también está impregnada de la energía de nuestras palabras y nuestros actos. Ese campo electromagnético actúa y funciona de acuerdo con la energía proyectada en él.
Por eso es que podemos reconocer la presencia de personas muy agradables, por lo amorosas y cálidas que puede ser su aura. Pero también podemos sentir la pesadez, oscuridad y opacidad de personas amargadas y negativas.
¿Se ensucia pues nuestra aura, lo mismo que sucede con el cuerpo? Si, pero no de la misma manera que el cuerpo. Digamos que a nuestro cuerpo la suciedad proviene del exterior: polvo, mugre etc., etc. O sea, son agentes externos los que ensucian nuestro cuerpo. Mientras que, a nuestra aura, cuyo origen es interno, no lo ensucian los agentes externos (a menos que le demos ese poder y trascendencia), lo ensucian nuestros propias, creencias, convicciones, sentimientos y emociones sostenidas por largos lapsos de tiempo.
Por eso, limpiar nuestra aura, no es un asunto de quitar las impurezas y las cargas de nuestro cuerpo físico; sino de nuestro cuerpo metafísico. Debemos limpiar nuestra mente, pensamientos e ideas y en consecuencia, también, hacerle una higiene profunda a nuestros sentimientos, emociones y sensaciones.
Y como dije, para la mente y el corazón, no hay jabón, ni riego, ni baño.
Se requiere de un cambio de
mentalidad, de consciencia y de actitud frente a lo que se interpreta como
negatividad.
No todo lo malo que nos sucede es malo porque sí. Lo malo que pasa en nuestras vidas viene a enseñarnos. La maldad o dificultad que enfrentamos en nuestras vidas cotidianas, es nuestro más grande maestro.
Si en lugar de quejarnos nos preguntáramos, ¿qué viene a enseñarme esta situación?, ¿esta persona?, ¿esta circunstancia? Toda adversidad, viene a mostrarme una parte que no logro reconocer y que no trabajo, porque sencillamente lo evado estando en mi zona de confort, porque me causa incomodidad o sencillamente es más fácil para nosotros quejarnos y cruzarnos de brazos, que tratar de resolverlo, trascenderlo, comprenderlo e interiorizarlo.
Son los estados de consciencia, los que producen, los eventos, circunstancias y situaciones que vivimos y experimentamos como realidad en nuestra vida.
Son los cambios realizados y el trabajo ejecutado en los estados de consciencia los que producen los cambios, modificaciones y transformaciones en nuestra realidad.
La magia, entonces no es otra cosa pues, que el resultado de nuestra consciencia trabajando de la mano con los elementos ritualísticos, puestos en un objetivo concreto.
La magia está en mi estado de consciencia al momento de ejecutar mi intención focalizada en el alcance y logro de cualquier propósito, meta u objetivo.
Hasta no convencernos del enorme poder creativo y manifestador que yace en cada uno de nosotros, hasta que no nos lo apropiemos, y nos responsabilicemos de dicho poder, seguiremos creyendo que las circunstancias externas, son las que provocan mi suerte o mi desgracia. En esta actitud victimista, mi mente y corazón se sitúan a merced del destino, sin control sobre él, y entonces no asumo responsabilidad, me quejo y reclamo a esa fuerza sobrenatural externa a mí y me quedo atascado en el miedo y la inacción.
Por el contrario, cuando sé, conscientemente que soy yo, el que tiene el poder y la facultad de cambiar, cualquier cosa, situación, o circunstancia adversa en mi vida. Me reconozco como creador y co creador con el padre-madre. Compartiendo su naturaleza y potestad. No soy más víctima, no le echo la culpa a nadie, me responsabilizo y asumo el trabajo y las acciones necesarias para realizar los cambios, modificaciones en la conducta y transformaciones que mi vida requiere y exige.
Esa energía y magia, manejada de esa manera, no solo atenta contra el libre albedrio de los demás, que es su derecho soberano y divino, sino que además muchas veces esas operaciones mágicas no dan el resultado esperado.
Esa manera de operar, desconoce el poder de cada individuo sobre su propia existencia. Lo reafirma en su papel de víctima de sus propias circunstancias, lo desempodera y lo desconecta de su derecho y poder divino. Ese de crear y recrear su vida y circunstancias a voluntad propia.
Allá quien quiera seguir en esta
tónica y circulo vicioso interminable, en donde se etiqueta a individuos
comunes y corrientes con capacidades extraordinarias en el mundo material y
espiritual. Creer que personas con actitudes egoicas negativas, tienen el poder
de materializar e influir de manera negativa o positiva en la vida de terceros,
como poseedores de extraordinarios dones y poderes sobrenaturales; no solo es
perpetuar la ignorancia, sino la explotación y el abuso de las artes mágicas,
adivinatorias, esotéricas, espirituales y holísticas.
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AngeloTerapeuta/Taroterapeuta
Orientador
Holístico/Asesor en Feng Shui
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