Por: Pedro Sánchez Medina. Exconcejal del Municipio.
Hace
aproximadamente 15 años, era muy común y particular ver a muchos jóvenes
revolotear por las calles de Chinchiná, motivados y movidos por su expectativa
de gestar el camino que construyera iniciativas distintas, donde otros se
sintieran identificados. Recuerdo mucho las organizaciones de jóvenes, los
grupos teatrales, el activismo fuerte y visible en el liderazgo estudiantil en
los colegios. Vimos por primera vez el nombre de Chinchiná en grandes agendas
relevantes para los jóvenes desde la institucionalidad. Ahí estábamos algunos
en causas distintas y, de a poco, cada uno con su discurso, los caminos se
fueron abriendo para que, pausadamente y entendiendo las difíciles dinámicas de
lo político y lo público, fueran surgiendo liderazgos llamados a marcar pautas
nuevas y proyecciones distintas a las acostumbradas en el pasado.
Hoy en el Concejo de Chinchiná predomina una nueva sangre
de liderazgo, que se convierte en una esperanza y una expectativa positiva para
lo que pueda pasar en el futuro. Un
amplio número de nombres nuevos desde este año hacen parte de la corporación.
Me permitiré hacer mención de algunos, un poco más jóvenes, pero cuya
trayectoria y experiencia social los convierte en elementos notables de un
liderazgo interesante.
Empezando,
sin duda, por David Quintero, con quien además he compartido una amistad desde
mi niñez y fue mi candidato, que, con su visión de fortalecer el emprendimiento
y la empleabilidad con una mirada profesional, oxigena la discusión tradicional
sobre cómo deberían hacerse las cosas. O el concejal Jhonatan Marín, un joven
médico que conoce lo público y las más grandes problemáticas que sufre el
territorio y que, con su seria mirada, ha retomado discusiones que parecían
olvidadas en la agenda pública. Sin olvidar, por supuesto, la cuota femenina y
también joven que representan las concejales Jenny Jaramillo y Luisa Fernanda Hoyos,
quienes demuestran fuerza y determinación en cada discusión o debate dado en la
corporación.
Mi última mención es para Felipe Jaramillo,
nuevo concejal que viene de batallar toda su vida desde los procesos y las
instituciones, y que sin duda la vida estaba en mora de ponerlo en un escenario
como este. Su conocimiento de lo público, lo presupuestal, la lucidez en las
visiones de desarrollo y su pasión por la empleabilidad lo llevarán a tener
grandes aportes para determinar, junto con sus 14 compañeros, lo que Chinchiná
realmente necesita.
Les
espera una labor compleja y ardua, de altibajos, alegrías y tristezas, pero que
nunca olviden que dejar semilla significa dejar la puerta abierta, para que lo
que empieza en pequeño sea cada vez más grande y que, sin importar los
partidos, lo más importante de cualquier debate es poner al ciudadano como
protagonista de su propia transformación. Los retos son grandes, pero con
buenos ojos veo que hay con quién trabajar para seguir pensando que Chinchiná
es un municipio que puede estar cada día mejor.